jueves, 22 de abril de 2010

Lapsus (7)


_ Entonces te acordarás del revuelo que se montó alrededor. No nos quedó otra que levantarnos a ver qué pasaba. Y ahí estaba tu hermana tirada sobre el banco tan blanca como el vestido.

_ No había desayunado y hacía calor, sólo le dio un bajón de tensión.

_ Ya, pero luego hubo más desmayos y esos lapsus como los llama ella. Le hicieron pruebas de todo tipo. Todos los médicos a los que fuimos dijeron que estaba bien, que no había nada en el cerebro. _ Elena no pudo evitar sonreír con el juego de palabras pero el momento cómico había pasado, ahora afloraba la preocupación materna.

El móvil de Mamá empezó a sonar, era Laura (como no). Mientras Mamá hablaba con su hija pequeña, la mayor se abandonó a los efectos del vino y dejó que sus pesados párpados descansaran un segundito.

Elena se dejó llevar hasta ese día en la iglesia, recordó con nitidez como su padre dejaba a Laura sobre un sofá de la sacristía, como su madre le quitó el velo, los guantes, los zapatos y le desabrochaba el vestido mientras una señorita, que no recordaba quien era, la humedecía las sienes con unos hielos envueltos en un bonito pañuelo.

Elena se mantenía a distancia pero sin dejar de observarlo todo. Recordaba el momento en que la señorita se fue y su padre aprovechó para mirar la cabeza de Laura concienzudamente. Mamá le dijo que no se preocupara, que no había recibido ningún golpe pero la respuesta de su padre fue tan rotunda que nunca supo si lo dijo en serio o no. Sólo quiero saber si tiene un 666 grabado en la cabeza, dijo tan pancho. A lo que su madre respondió con un manotazo y un : no seas idiota.

La señorita apareció justo cuando Laura volvía en si. La señorita, que debía trabajar para la iglesia o para el colegio, les dijo a sus padres que no se preocuparan, que la niña podía tomar la comunión en el siguiente turno. La cara de su padre era un poema, ni hablar. Dicho lo cual, el padre incorporó a Laura con cuidado pero con firmeza, Tú no me harías eso, ¿verdad cariño? . Laura respondió con un ligero movimiento de cabeza, aunque en realidad ni siquiera sabía a qué estaba respondiendo. Viendo la cara de preocupación de su padre era fácil que la niña pensara que le iba la vida en ello. Así que Laura se levantó y sin ponerse siquiera los zapatos, corrió tambaleante hacia el interior del templo.

Elena no recordaba más, ella se había quedado fuera con su padre mientras Mamá seguía a Laura al interior con todos los accesorios del disfraz a cuestas. Pero sí recordaba la foto, la famosa foto, la foto que durante tantos años le había dado tantas alegrías.