¿Por qué ahora? Hacía tiempo que no le había vuelto a pasar. Ni siquiera había pensado en ello. El simple hecho de que de repente se plantara en su cabeza algo dado por perdido ya daba que pensar. La misma sensación como cuando desaparecía un calcetín del cajón y aparecía meses más tarde en el mismo sitio. ¿Existían otras dimensiones? Y esa misma sensación de no entender nada, de estar perdido entre varios mundos desconocidos le venía ahora a la cabeza.
A ver, repasemos. Salí de casa por la mañana para ir al Vip´s, comprar unas revistas y desayunar. Tenía hambre… y sigo con hambre… ¿Qué coño hago ahora en una galería de arte frente a este cuadro?
_ Bonito, ¿verdad?_ Por fin una voz fuera de mi cabeza.
Un señora rozando los 60, muy elegante y solícita se había colocado a su espalda. Laura se giró al oír la voz y con ese sencillo gesto la realidad pareció volver a su lugar habitual.
Lo único que salió de la boca de Laura fue un hola de lo más inexpresivo. Se quedó mirando a la señora buscando alguna explicación al hecho de estar allí sin saber por qué. Pero la buena mujer no estaba ahí para dar pistas sobre la salud mental de Laura sino para vender cuadros.
_ Es una obra excepcional. En la otra sala tenemos más de este mismo autor si le interesa._
_ ¿Cuánto tiempo llevo aquí?
_ El tiempo parece detenerse cuando uno contempla una obra como ésta, ¿verdad?
¿Hablaba en serio la señora galerista y sabía algo o se trataba simplemente de una estúpida frase hecha para cautivar a posibles compradores inseguros (y ricos)?
De repente Laura se dio cuenta de que no recordaba cómo era el cuadro. Se suponía que llevaba ahí un buen rato plantada contemplando la magnífica obra de no sabe quién y ni siquiera lo recordaba.
Evidentemente había que verlo _ Si estoy aquí es por este cuadro, así que tendré que mirarlo_ Pero Laura no se movía. Seguía mirando fijamente a la vendedora de arte. (Que mal suena eso de vendedora de arte, tiene incluso algo de inmoral. Perdón, estábamos con Laura)
La vendedora de arte no se amilanó ante la extraña actitud de Laura, por el contrario, le regaló a la joven una de sus mejores sonrisas. Esa respuesta era aún peor que la realidad que le esperaba delante.
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