En la editorial le pidieron que enviase el primer capítulo para ver el estilo e ir corrigiendo.
Laura estaba emocionada, Mamá temía el batacazo. Su hija y el término medio no habían llegado a conocerse todavía. O todo lo que hacía era una mierda o rozaba la excelencia, daba igual la opinión de los demás o el trabajo en si y eso sólo dependía de un clic en su cabeza. Bueno, tampoco hay que exagerar, en realidad la opinión ajena sí hacía mella en ella, sobre todo cuando ésta era negativa. Resultado: ataque de pánico.
Ese día, Laura basculaba hacia la excelencia. Se sentía orgullosa de si misma y de su traducción. Se recreaba imaginando la cara de satisfacción del editor y esperaba con ansiedad la posterior e inmediata llamada alabando su excelente trabajo.
Dicho y hecho. A la mañana siguiente recibió a primera hora una llamada de su empresa. La editorial estaba muy contenta con la rapidez pero no tanto con el resultado. Laura empezó a temblar y a respirar con dificultad y al no saber qué hacer colgó el teléfono. Ring, ring… Ese aparato infernal empezó a sonar de nuevo. Descolgó y colgó. Y así un par de veces más. Hasta que el interlocutor, agotado, dejó de intentarlo.
Laura cayó enferma y estuvo en cama dos días.
Cuando por fin tuvo valor suficiente para enfrentarse a su decepción y sobre todo a su jefe, se presentó en las oficinas. Mamá ya había avisado en la empresa del pequeño contratiempo digestivo de Laura, así que se alegraron mucho de verla repuesta.
Con el corazón desbocado, Laura se sentó frente a su jefe esperando la lluvia de críticas que su ego se negaba a comprender.
_ Lo que se espera de una traducción es que sea fiel al original.
Laura intentó defenderse pero su jefe no le permitió meter baza.
_ No sólo de contenido sino también de forma. Ni somos críticos literarios ni editores. Somos traductores y cuanto más literales, mejor.
_ Sí, lo siento, puede que no haya reflejado bien el estilo pero bueno, tampoco me he inventado nada.
El jefe soltó un leve suspiro, una exhalación casi imperceptible pero que Laura pilló al momento. Aún faltaba algo.
_ El caso es que… _ El pobre hombre no sabía cómo seguir _ El caso es que has omitido ciertas partes.
_ De eso nada._ Respuesta rápida y concisa de Laura versus mirada y respuesta paciente de su jefe.
_ Hasta ahora has estado haciendo un buen trabajo pero puede que no estés preparada aún para este tipo de obra, no sé. Pero no te preocupes, habrá otras oportunidades.
Laura no entendía muy bien qué problema había con su traducción pero era consciente de que por dejadez o miedo había perdido muchas oportunidades en su vida así que, por primera vez, se lanzó a la piscina.
_ Déme un día, sólo un día y le envío de nuevo el primer capítulo. Por favor.
El jefe no pudo resistirse a las inminentes lágrimas y antes de llegar a una situación más engorrosa claudicó.
_ Lo quiero encima de mi mesa mañana al medio día.
Laura estuvo a punto de besar a su jefe pero pensó que sería mejor salir corriendo, primero por si se arrepentía y segundo porque no podía perder ni un minuto.
Laura leyó y releyó la traducción y el original. Había ciertos párrafos marcados en rojo y más o menos se hizo una idea del problema.
Bueno, a lo mejor he suavizado alguna cosa pero de ahí a omitir partes…